Con más de 130.000 plantas de cannabis medicinal, la finca de Clever Leaves, un antiguo rancho ganadero a unas pocas horas al norte de Bogotá, representa el cambio de rumbo de Colombia en materia de marihuana y su aspiración de convertir uno de los ecosistemas más grandes del mundo para las drogas ilegales en una potencia legal de la marihuana.
Aunque el cultivo de marihuana es legal desde fines de 2016, durante los últimos cinco años las empresas colombianas solo podían exportar ingredientes farmacéuticos activos (API) y, por lo tanto, se les prohibió la participación en las partes más lucrativas del negocio. En julio de 2021, el presidente de Colombia, Iván Duque, alivió las regulaciones para permitir la exportación de flores secas de cannabis, que representa más del 50 % de la demanda en mercados como Estados Unidos. Gracias a ese cambio de política, las empresas colombianas ahora confían en que pueden competir en los mercados farmacéuticos de Europa y América del Norte.
Condiciones favorables
Colombia goza de condiciones perfectas para el cultivo de marihuana: 12 horas de luz solar dan paso a 12 horas de oscuridad prácticamente todos los días del año, con un mínimo cambio estacional. Gran altitud: la finca de Clever Leaves, en Boyacá, se encuentra a 9,377 pies sobre el nivel del mar, lo que significa que se requieren menos pesticidas para detener las bacterias y las enfermedades que en altitudes más bajas, lo que facilita el cultivo de productos orgánicos.
La inversión en marihuana medicinal colombiana ha repuntado, con el gobierno reportando más de $250 millones en financiamiento extranjero en el sector. La mayoría de esos dólares provienen de empresas internacionales de cannabis, en su mayoría canadienses, que se están asociando con productores colombianos para cultivar allí. Flora Growth, una empresa con sede en Toronto que cotiza en NASDAQ, ha comprado 100 hectáreas de tierra, alrededor de 247 acres, en el centro de Colombia. “Espero que en los próximos tres a cinco años nos quedemos sin tierra”, dijo Luis Merchán, un empresario colombiano que renunció a su trabajo como vicepresidente en Macy’s para convertirse en presidente ejecutivo de Flora el año pasado. Flora estima que sus costos de producción rondan los $0,06 por gramo de flor seca de cannabis, una fracción del precio de referencia que oscila entre $0,50 centavos y $2 en los EE. UU.
Desde 2017, el Ministerio de Justicia de Colombia ha emitido casi 2000 licencias para el cultivo, siembra y comercialización de productos de marihuana, y la mayoría de los productores operan cerca de los centros industriales de Bogotá y Medellín. Una ola inicial de inversión en cannabis se impulsó en 2017 cuando se legalizó el cultivo por primera vez, pero el mercado se estancó durante un par de años antes de volver a crecer este año.
Mercado de exportación
La demanda local limitada y los altos costos de fabricación de productos farmacéuticos significan que el mercado se está enfocando en exportar materias primas, como API y ahora flores secas, para expandirse. Flora Growth está tratando de aumentar eso asociándose con minoristas colombianos para vender productos comestibles, de moda y cosméticos en Bogotá y otras ciudades importantes, pero sigue siendo una excepción. El uso recreativo todavía está prohibido y miles de pequeños agricultores continúan cultivando ilegalmente para los cárteles de la droga y los narcotraficantes, pero los primeros partidarios creen que existe la oportunidad de un mayor cambio.